martes, septiembre 19, 2006

Operadores de AMLO sacaron provecho de los sismos: Rascón

Artículo publicado en Cronica
Los sismos de septiembre de 1985 no sólo fueron considerados los peores desastres del siglo XX, sino que se convirtieron en una oportunidad inmejorable para satisfacer intereses políticos de personajes como los entonces priistas Marcelo Ebrard y Manuel Camacho Solís, así como los hoy perredistas René Bejarano, Dolores Padierna y Javier Hidalgo, quienes fundaron la organización Nueva Tenochtitlán.
Estos actores consiguieron fuerza y se convirtieron en los principales operadores políticos del ex candidato a la Presidencia, Andrés Manuel López Obrador, al grado de que el grupo del “señor de las ligas” fue clave para llevar al tabasqueño a la Jefatura de Gobierno. Ebrard es el sucesor. Camacho Solís su asesor en la resistencia.
Marco Rascón, fundador de la Coordinadora Única de Damnificados y de la Asamblea de Barrios, seguidor de Cuauhtémoc Cárdenas, explica —en entrevista con Crónica— que los terremotos del 19 y 20 de septiembre se convirtieron en el “gran resorte” para los personajes.
En ese año, el jefe de Gobierno electo, Ebrard, participó en las tareas de reconstrucción, a través del programa de Renovación Habitacional Popular, al lado de Manuel Camacho, quien se desempeñaba como subsecretario de Desarrollo Regional de la Secretaría de Programación y Presupuesto.
Sin embargo, Rascón sostiene que la participación de los ahora colaboradores de López Obrador en los trabajos de reconstrucción no fue gratuita, pues iba encaminada a beneficiar a las agrupaciones afines a su causa y cooptar a quienes criticaban al gobierno.
—¿La ayuda a los damnificados tenía como propósito satisfacer sus intereses políticos?, se le preguntó.
—Manuel (Camacho) y Marcelo (Ebrard) utilizaron el sismo de 1985 y los movimientos sociales en términos de lo que ellos estaban planteando como su carrera a la Presidencia y para sobreponerse a la estructura tradicional del PRI, respondió.
Como parte del Programa de Renovación se reconstruyeron alrededor de 48 mil viviendas, pero fueron en beneficio de más de medio millón de integrantes de organizaciones como Nueva Tenochtitlán y Asamblea de Barrios, esta última actualmente es el ala radical del movimiento lopezobradoristas. Para otorgarles los espacios donde vivir se tuvieron que expropiar cerca de cuatro mil 800 predios en una superficie de 250 hectáreas.
—¿Cuál era el trasfondo real que se perseguía con la entrega de viviendas?
—Hoy López Obrador dice que ‘por un lado quieren amenazar y por el otro lado quieren comprar’, es exactamente lo que hacía Camacho. La idea era obstaculizar y dividir a todas las organizaciones.
—¿Y qué papel jugó Marcelo en este proceso?
—Su papel era tratar de contener el desarrollo de movimientos urbanos y quererles quitar independencia y politizarlos a su favor.
Los bejaranistas. Marco Rascón sostiene que líderes como René Bejarano y Dolores Padierna convirtieron la participación ciudadana en una nueva forma de clientelismo para contribuir a la construcción del PRD y satisfacer sus intereses políticos.
Bejarano Martínez fue el principal operador de Obrador en la campaña del 2000 para llegar a la Jefatura de Gobierno y fue el personaje a quien se evidenció recibiendo grandes cantidades de dinero. Dolores Padierna ha sido protagonista en enfrentamientos con las fuerzas federales.
—¿Está fue la línea que siguieron los bejaranistas?
—René Bejarano consideraba como su gran obra haber hecho los comités ciudadanos. Aseguraba que esa fue la base que le permitió imponer su hegemonía dentro del PRD, que años más tarde le abriría el camino a la candidatura de López Obrador. Esta idea de que había que hacer una ciudadanización, él mismo reconoce que era un acto totalmente corporativo de origen. A esa gente los hicieron parte del propio PRD.
Al cumplirse 21 años de los sismos de 1985, Marco Rascón concluye que Marcelo Ebrard, Manuel Camacho Solís, René Bejarano y Dolores Padierna continúan “cobrando la factura” por el apoyo brindado a las personas que resultaron afectadas aquella mañana del 19 de septiembre.
Por separado, el coordinador del PRI en la Asamblea Legislativa, Jorge Schiaffino, explica que la participación de Camacho y Ebrard en la entrega de viviendas a grupos sociales tenía de propósito de “callar” a los inconformes y adherir simpatizantes a su causa.

Sabían que era una mina de oro la falta de vivienda, sentencia diputado.

Al conmemorarse el vigésimo primer aniversario de los sismos de 1985, el vicecoordinador del PAN en la Asamblea Legislativa, Jorge Triana, aseveró que los actuales colaboradores de Andrés Manuel López Obrador, Manuel Camacho, Marcelo Ebrard y René Bejarano, utilizaron esta tragedia como trampolín político.
Indicó que estos personajes utilizaron los movimientos urbanos de esa época para impulsar sus campañas a cargos de elección popular.
“No dieron paso sin huarache, sabían perfectamente lo que estaban haciendo, vieron como una mina de oro el tema de la vivienda. Yo no dudo que haya habido la intención de otorgarles vivienda a estas personas, pero cuando vieron que lo podían explotar y capitalizar, continuaron otorgando créditos y aglutinando a las personas beneficiarias para sacar un provecho personal”.
La unión popular Nueva Tenochtitlán, fundada en 1985 por René Bejarano y Dolores Padierna, fue considerada como un grupo de presión y de choque demandantes de privilegios para beneficiar a sus seguidores. En sus orígenes se sumaron a partidos como el PSUM y posteriormente al PRD.
La organización que encabezó Bejarano fue apoyada por el entonces regente del Departamento del Distrito Federal, Manuel Aguilera Gómez. Durante los gobiernos de Manuel Camacho Solís y de Óscar Espinosa Villarreal, estos grupos sobrevivieron por medio de la estrategia de las presiones para obtener dinero, concesiones o licencias para establecimientos informales.
A la par de Nueva Tenochtitlán surge la Asamblea de Barrios, encabezada por Marco Rascón. En el periodo de 1986 a 1994 dicha agrupación entregó 40 mil viviendas a igual número de familias de las delegaciones Cuauhtémoc, Venustiano Carranza, Gustavo A. Madero, Miguel Hidalgo e Iztacalco

2 comentarios:

San Judas Cuauhtemoc Cardenas dijo...

En cierta ocasión tuve la oportunidad de conocer a un paisano que, entre plática y plática me comentó que tiempo atrás, antes de dedicarse al negocio de la soldadura —ahora carena barcos en los diques de la región—, había sido zardo en su juventud.

Me dijo que por cosas del destino y siendo su padre amigo personal de un prominente político, éste lo sacó de repente de la milicia para insertarlo —así sin más— en el grupo que servía entonces como guardia presidencial en los tiempos de la transición del poder entre De la Madrid y Carlos Salinas.

Por supuesto que no me sorprendió en absoluto cuando le escuché decir que ahora, el tan sólo pronunciar el nombre de Salinas le producía —así sin más— un cierto escozor en el pescuezo, pero reconoció que en su tiempo, “el chaparrito mondo” tuvo un poder super encabronado en nuestro país. Y he aquí que de repente, entre parrafada y cháchara, se le salió decirme algo que en verdad me cimbró.

Me dijo en voz baja —así sin más—, que en determinada fecha del año 1988, justo en los aciagos tiempos electorales y en cierto lugar (no mencionó el sitio naturalmente) de la ciudad de México, él fue testigo de un encuentro discretísimo entre las íntimas huestes de Cuauhtémoc Cárdenas y las de Carlos Salinas. Ellos, como cohorte personal de un Salinas ya “electo”, recibieron ordenes de acordonar la cuadra donde éstos dos individuos se entrevistaron, y desde luego, nada pudieron saber de lo que acordaron en secreto. Pero lo que sí pudo mirar —así sin más—, fue cuando Cárdenas salió del edificio cargado con maletas de dinero —él dixit—, las que metió rápidamente a uno de los vehículos para perderse después entre el tráfico.

Esto que digo no tendría nada que ver con inocencia o sospecha, con candor o suspicacia, con ingenuidad o recelo a no ser por la noticia que se publicó apenas ayer en “todos los periódicos México” sobre la personal postura de Cárdenas respecto de los sucesos políticos que están ocurriendo en el país. Sabido es que Cuauhtémoc, “el águila que cae”, por años ha tenido un cierto prestigio político —a últimas fechas ya algo desgastado— que, bien manejado por los cabecillas de la imposición puede surtir algún efecto en las ¿cándidas? mentes del defraudado elector.

Por ello cuando leí la nota recordé —así sin más—, la confidencia que me hiciera aquel paisano, el que fuera militar en su juventud y a la postre guardia presidencial, pero que hoy prefiere ser carenador de barcos en los diques de la región. Este humilde paisano, dolido por lo que vió, renunció poco después al cargo y prefirió salirse del estiércol que siempre ha sido la política mexicana.

Francamente y por más que uno le busque, no se puede entender la postura de Cuauhtémoc cuando todos sabemos que es el partido que él mismo fundó el que está luchando por un cambio de cosas en el México del siglo veintiuno. ¿De qué se trata, Cuauhtémoc? Como están las cosas casi todos sabemos —y una gran mayoría, cándidamente, lo sospecha— que en 1988 hubo fraude electoral. ¿Y qué hizo el buen Cuauhtémoc? ¿Volar como el águila aunque le quemasen los pies o entrevistarse a ultranza con Salinas para pactar la elección, para recibir esas maletas que mi paisano dice que miró? Y aquí la pregunta es: ¿se vendió Cuauhtémoc en el 88? No lo sabemos.

Pero si él en su momento no actuó con patriotismo, no fue capaz de defender un triunfo que a todas luces le favoreció, ¿por qué se opone ahora a que López Obrador defienda su causa envuelto en la bandera de su propio partido?

¿Daño irreversible a la izquierda o defensa de intereses particulares? ¿De qué se trata?

Ahora mismo he comenzado a sentir —así sin más—, al igual que mi paisano, el viejo zardo retirado sintió, un cierto escozor en el pescuezo.

Y puedo ver pájaros negros que sobrevuelan Palacio, penachos de plumas que se derriten en el fuego, extranjeros que nos queman los pies para encontrar el tesoro… y también —así sin más, como entre brumas—, a un águila que cae.

Por OswaldoLilly

Tunguska dijo...

Imposible ponerse de acuerdo si Cárdenas se vendió o no se vendió en 1988. Pero lo que no podemos dejar de estar de acuerdo es que en ningún lugar debe permitirse que el derecho a disentir y opinar diferente sean suprimidos. La realidad es que Cárdenes y el PRD se han visto marginados y golpeados por el lopezobradorismo y es lógico su sentir.