Estrategia de insurrección
AMLO, “presidente”
Francesc Relea
La transición política mexicana entra en un periodo de incertidumbre tras la autoproclamación del izquierdista Andrés Manuel López Obrador como “presidente legítimo”, a la cabeza de un gobierno paralelo al margen de las instituciones. Las voces radicales se han impuesto a las más templadas. La Convención Nacional Democrática (CND), que el sábado congregó a varios cientos de miles de personas en el Zócalo de Ciudad de México, dio el pistoletazo de salida a una estrategia insurreccional, cuando faltan dos meses y medio para la toma de posesión del presidente electo, Felipe Calderón, y con un gobierno saliente preocupado sobre todo en hacer las maletas. El objetivo de esa estrategia es hacer ingobernable el país y “sentar las bases” para la fundación de la cuarta República.
López Obrador logró el sábado dos objetivos: reagrupó fuerzas después de 47 días de protesta en la calle en los que hizo mella el cansancio entre sus seguidores y dio un salto en su lucha. El objetivo ahora ya no es la denuncia de fraude y la exigencia de un nuevo recuento “voto por voto, casilla por casilla”. No habrá tal porque el tribunal electoral proclamó presidente electo, en un fallo inapelable, a Calderón, del conservador Partido de Acción Nacional.
El perdedor de las elecciones comprobó que su poder de convocatoria sigue intacto. Varios cientos de miles de mexicanos —según los organizadores, más de un millón de inscritos en la CND—, aguantaron estoicamente la lluvia, aclamaron a su líder y aprobaron sin rechistar todas y cuantas propuestas se sometieron a votación. El mar de brazos en alto no dejó espacio alguno para el desacuerdo. Sólo cuando el presentador propuso reconocer a López Obrador como “presidente legítimo de México” o “coordinador de la resistencia civil pacífica” hubo algunos brazos que, tímidamente, se alzaron en favor de la segunda propuesta.
No hacía falta contar.
“Es un error” La plaza acababa de otorgar a su líder la legitimidad que le negó el tribunal electoral. “Es un error proclamarle presidente legítimo. Mucha gente no lo entenderá”, comentaba un delegado a la Convención que no ocultó su disidencia a la hora de levantar el brazo.
Los otros cuatro puntos del programa básico de la CND que se aprobaron por aclamación en el Zócalo son: Rechazar “la usurpación” y desconocer a Calderón como presidente; rechazar “la República simulada” y abolir “el régimen corrupto”; reconocer el “triunfo de López Obrador en las elecciones presidenciales” y establecer en la ciudad de México la sede del “Gabinete con carácter itinerante”. La convención fijó día y hora para la “toma de posesión” de López Obrador. El 20 de noviembre, a las tres de la tarde, en la plaza del Zócalo. La simbología rodeó todas y cada una de las decisiones que allí se adoptaron. En este caso se eligió la fecha aniversario de la revolución mexicana, frente a la otra propuesta del 1 de diciembre, que habría coincidido con la investidura de Calderón. Para esta última fecha “se acumularán todas las energías” para boicotear la toma de posesión del panista. La actriz Jesusa Rodríguez presentó a los asistentes un plan de acción de resistencia civil hacia el 1 de diciembre que incluye “protestas pacíficas en todos los lugares donde se presente el usurpador”.
Se trata de hacer la vida imposible a Calderón. Hasta la fecha, López Obrador ha logrado el objetivo. El presidente electo se mueve entre la debilidad y el temor y sus actividades diarias salen a la luz pública en el último minuto. A pesar de sus discursos a favor del diálogo y la negociación no ha conseguido transmitir un mensaje claro de reconciliación ni ha logrado fijar la agenda en este periodo de transición. López Obrador le ha arrebatado con su campaña de resistencia el protagonismo en los grandes medios escritos a pesar del silencio que han impuesto las dos mayores cadenas de televisión a todas las acciones del líder del Partido de la Revolución Democrática (PRD). El protagonismo del perdedor y la ausencia del ganador configuran un panorama inédito en México, que mantiene atónita a buena parte de la opinión pública.— México, D.F. (Servicio de El País).
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