domingo, marzo 18, 2007

¡Consumidores mexicanos, uníos!

La Ley de Precios Competitivos del Peje es la respuesta equivocada al problema de los precios altos que se pagan por los productos y servicios en México. Agregar burocracia y sobreregular la actividad económica solo logran inhibirla y entorpecerla.

Lo que necesitamos es que nosotros, los consumidores, nos informemos para tomar mejores decisiones comerciales. El hecho de que los bancos más grandes (Banamex y Bancomer) sean los que más comisiones cobran nos habla de que no estamos tomando las decisiones que como consumidores podemos y debemos tomar. Si tuviéramos la información, podríamos actuar acorde y castigar negando nuestro negocio a las empresas que cobran altos precios por sus productos y servicios.

Respondemos a este llamado que sale del editorial de Juan E. Pardinas en Reforma y que vale la pena reproducir:

Juan E. Pardinas
'El Manifiesto Consumista'

"Un fantasma recorre Europa...". Esta frase parece el eslogan publicitario de una película de terror, pero en realidad es el primer enunciado del mayor bestseller de la teoría marxista: El Manifiesto Comunista. Con este panfleto, publicado en 1848, Carlos Marx y Federico Engels cambiaron la historia del siglo XX. Una arenga de 30 y pocas páginas fue el detonador ideológico de revoluciones armadas en varios rincones del planeta. Puede uno ser anticomunista, pero hay que reconocer que el dúo Marx-Engels sabía muy bien cómo vender y promocionar ideas. Los próximos párrafos se fusilarán el estilo y la prosa del Manifiesto para promover una revolución distinta a la lucha de clases.

Un fantasma recorre México, es el fantasma del consumidor emancipado. Contra este fantasma se han conjurado en santa jauría, todas las fuerzas vivas del antiguo régimen: monopolios públicos y privados, empresarios y sindicatos rentistas, legisladores, políticos y otros guaruras del orden establecido. Es la hora de que los consumidores mexicanos expresen ante el país entero cómo se evaporan sus ingresos ante la falta de competencia económica.

El libre comercio obligó a la aristocracia empresarial mexicana a disputar su clientela con competidores extranjeros. La apertura de fronteras redujo los precios de manufacturas tan diversas como el automóvil o el papel de baño. Sin embargo, en muchos sectores económicos donde no existe competencia, la clase consumidora es oprimida y exprimida por un mercado cerrado. A la hora de pagar el teléfono, la gasolina o el taxi del aeropuerto, el proletariado y la burguesía nacional no tienen más alternativas que entregar sus recursos a las fuerzas reaccionarias del capitalismo monopolista.

El precio de un kilo de tortillas o el de un boleto de avión se reducen ante la energía transformadora de la libertad económica. Durante la crisis del maíz en enero pasado, el mayor encarecimiento de la tortilla ocurrió en los pueblos más aislados de la sierra de Guerrero, donde había una o muy pocas tortillerías. En la ciudades más grandes, donde hay más opciones de molinos de nixtamal, el alza fue mucho más moderada.

El movimiento revolucionario consumista encuentra su mayor fuerza emancipadora en el poder de la competencia. Si quieres volar México-Cancún, hay ocho empresas distintas que ofrecen la ruta y el precio promedio del viaje redondo es de 3 mil pesos. En cambio, si tienes que ir de México a Campeche sólo hay un proveedor y el precio promedio de ida y vuelta es de 5 mil pesos. En la ruta donde las líneas aéreas enfrentan mayor competencia el precio por kilómetro recorrido es de 1.8 pesos, mientras que donde hay menor competencia el consumidor paga 3.8 pesos por cada kilómetro de vuelo.

La transición del capitalismo no-liberal a la verdadera libertad de mercado no debe ser una utopía de las mayorías explotadas. La acción conjunta y organizada de los consumidores es una de las condiciones primordiales de su emancipación. Un grupo de luchadores revolucionarios conformó la organización www.alconsumidor.org. Esta iniciativa sin fines de lucro aporta consejos prácticos para defender nuestros derechos y permite forjar conciencia de clase entre los consumidores nacionales.

Los mexicanos tardamos mucho tiempo en convertirnos en ciudadanos de pleno derecho. Durante siete décadas, un monopolio electoral limitó nuestras opciones políticas. Con la fuerza del voto, los ciudadanos destruimos la hegemonía del PRI. Hoy tenemos sufragio efectivo y democracia, pero padecemos enormes restricciones a la libertad para gastar nuestro dinero. Tenemos más opciones para votar por presidente de la República o diputados, que para escoger empresas de telefonía residencial.

El gobierno de Felipe Calderón aún no se decide si tomará partido a favor de un puñado de monopolios o de 104 millones de consumidores. La lucha revolucionaria no debe esperar el momento en que la autoridad pase de la tibieza a la acción. Los clientes cautivos de los monopolios no tenemos nada que perder salvo nuestras cadenas. ¡Consumidores mexicanos, uníos!

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Pos Querian votar por FECAL verdad??

De seguro toda la gente de Guadalacaca ha de estar muy contenta!!!

Evangelis dijo...

Anónimo con todo respeto...

¿qué tiene que ver lo que pusiste con el tema?

Por algo ya no los toman en cuenta, y gracias a esta clase de comentarios tratando de demostrar nada, les ayuda poco.

Anónimo dijo...

zzzZzzZzz... típico pejefan suicida, al no tener argumentos o no saber NI DE QUE VERGAS TRATA LA NOTA (o ni molestarse a leerla) insulta anónimamente, en fin no es como que se pudiera esperar más...

Te saludo habitante de la República de Cuarta, y a tu señora madre también ^^.